Si en Google Maps, o algún servicio de mapas, entráis en las coordenadas 16°51’53″ N 11°57’13″ E os encontraréis en medio del desierto de Sahara, y sobre vuestras pantallas veréis la silueta de un avión.
Es el memorial construido por los familiares del Vuelo UTA 772 procedente de Brazzaville en la República del Congo con destino a la ciudad de París en Francia. Vuelo que nunca llegó.
El 19 de septiembre de 1989 seis terroristas libios consiguieron colar en el avión un maletín bomba. Cuando atravesaba el desierto del Sahara, por territorio nigeriano, lo hicieron estallar, partiendo el avión en dos en pleno vuelo y del que desgraciadamente ninguno de sus 170 ocupantes sobrevivió.
Dado que el punto en el que se estrelló es tan remoto, todavía a día de hoy se pueden encontrar restos del avión esparcidos por la arena.
En el 18 aniversario de la catástrofe las familias de las víctimas se reunieron en aquel punto con la intención de construir un monumento conmemorativo. Con la ayuda de habitantes locales, cargaron a mano con piedras oscuras (que primero llegaron allí en camiones desde la región más cercana, a 70 kilómetros arena adentro) y las pusieron en círculo con un diámetro de más de 60 metros.
Se tardó dos meses en ser construido, entre mayo y junio de 2007. El memorial tiene la silueta a tamaño natural del avión que se estrelló, con 170 espejos rotos a su alrededor en representación de cada una de las vidas que allí se perdió. El ala del avión preside el monumento con todos los nombres en él.
Financiado en parte con el dinero de compensación que entregó el gobierno libio, el memorial perdurará en el tiempo como un mensaje en contra del terrorismo.
Vía: Blog de Panamá | Google Maps