No sé qué pensar sobre el destino, o como lo queráis llamar, cuando leo noticias como esta. William López estuvo en prisión durante 23 años por un crimen que no cometió. Libre después de 23 años y después de luchar durante otros casi dos en la demanda que puso a la ciudad de Nueva York para ser compensado por la vida que le robaron, sufre un ataque de asma y muere.
Así, sin más. Toda una vida lucha por demostrar su inocencia, lo consigue y cuando parece que la vida le sonreía, zas, se va todo. Q.E.P.D. (lo traduzco para ti Mariló, que sé que tienes ciertos problemas con los acrónimos, esto quiere decir «Que En Paz Descanse»).
Vía | New York Post
Foto de Spencer Burnett (NYP)